Selección extraída del Capítulo 16. Cómo dominar la influencia de los astros

Autobiografía de un Yogui, PARAMAHANSA YOGANANDA

Reflexiones de su Guru Sri Yukteswar Giri, experto en Astrología Védica*

El maestro Sri Yukteswar Giri (1855-1936) (…) Todas las partes de la creación están eslabonadas e intercambian sus influencias. El equilibrado ritmo del universo está fundado en la reciprocidad. El hombre, en su aspecto humano, tiene que combatir con dos clases de fuerzas: primero, los tumultos de su ser interno, causados por la mezcla de elementos de la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter; y segundo, los desintegrantes poderes externos de la naturaleza. Mientras el hombre siga luchando con su moralidad, será afectado por las miríadas de mutaciones del cielo y la Tierra.

La astrología es el estudio de la respuesta del hombre al estímulo planetario. Las estrellas no tienen conciencia de la benevolencia o animosidad; ellas simplemente emiten radiaciones positivas o negativas. Dichas radiaciones no ayudan ni perjudican a la humanidad por sí solas, pero sí proporcionan un canal apropiado para la operación exterior del equilibrio de causa y efecto que cada hombre ha puesto en movimiento en el pasado.

Un niño nace en el día y en la hora en que los rayos celestes están en armonía matemática con su karma individual. Su horóscopo es un desafiante retrato suyo, que revela su inalterable pasado y los probables resultados futuros. Pero el horóscopo natal puede ser correctamente interpretado únicamente por hombres de sabiduría intuitiva, y éstos son muy pocos.

El mensaje extensamente blasonado a través del cielo, en el momento del nacimiento, no debe enfatizar la fuerza del destino individual —como resultado de un pasado bueno o malo— sino que debe despertar en el hombre la voluntad de escapar de la esclavitud universal. Lo que él mismo hizo en el pasado, él mismo puede anularlo. Nadie más que él fue el instigador de las causas cuyos efectos están actualmente experimentando en su vida. El hombre puede vencer cualquier limitación, porque él mismo la ha creado por sus propios hechos, y porque posee recursos espirituales que no están sujetos a las influencias planetarias.

(…) El alma es siempre libre; no está sujeta a la muerte, porque no tiene nacimiento. Por tanto, no puede ser regida por las estrellas.

El hombre es un alma y tiene un cuerpo. Cuando ubica su sentido de identidad, deja tras de sí todas las limitaciones compulsivas. Mientras permanezca confundido en su estado de amnesia espiritual, permanecerá bajo el dominio de las sutiles ligaduras de la ley del ambiente.

Dios es armonía; el devoto que se “sintoniza” con Él, nunca ejecuta una acción desequilibrada. Sus actividades serán ajustadas correcta y naturalmente de acuerdo con la ley astrológica. Después de la oración y de la meditación profunda el devoto está en contacto con su divina conciencia; y no hay poder mayor que esa protección interna.

(…) Únicamente cuando el viajero ha llegado al final de su viaje puede prescindir de sus mapas e itinerarios. Durante el viaje debe aprovechar cualquier vía que le permita abreviar su trayecto. Los antiguos Rishis descubrieron muchas maneras de acortar el exilio del hombre en el error. Hay ciertos aspectos mecánicos en la ley del karma que pueden ser hábilmente ajustados por los dedos de la sabiduría.

Todos los males humanos son originados por la trasgresión de alguna ley universal. Las escrituras nos enseñan que el hombre debe cumplir con las leyes de la naturaleza, confiando simultáneamente en la omnipotencia divina. (…)

Sri Yukteswar descubrió la aplicación matemática de un ciclo equinoccial de 24000 años para la era actual. El ciclo se divide en un Arco Ascendente y un Arco Descendente de 12000 años cada uno. Cada Arco comprende cuatro Yugas o Eras, llamadas Kali, Dwapara, Treta y Satya, que corresponden a la idea griega de las Eras de Hierro, Bronce, Plata y Oro.

Por medio de diversos cálculos, mi gurú determinó que el último Kali Yuga, o Edad de Hierro, del Arco Ascendente, comenzó alrededor del año 500 d.C. La Edad de Hierro, de 1200 años de duración, es una etapa de materialismo; terminó hacia el año 1700 d.C. En ese año se pasó a Dwapara Yuga, un periodo de 2400 años de desarrollo de la electricidad y la energía atómica; la era del telégrafo, la radio, los aviones y otros supresores del espacio.

El periodo de 3600 años de Treta Yuga, comenzará el año 4100 d.C. Esta era estará marcada por el conocimiento, a nivel general, de las comunicaciones telepáticas y otros supresores del tiempo. Durante los 4800 años de Satya Yuga, última era del arco ascendente, la inteligencia del hombre estará completamente desarrollada; los seres humanos trabajarán en armonía con el plan divino.

A continuación comenzará un arco descendente de 12000 años, que empezará con una Edad de Oro descendente de 4800 años; el hombre se hundirá gradualmente en la ignorancia. Estos ciclos son las vueltas eternas de maya, los contrastes y relatividades del universo fenoménico**. Los hombres, individualmente, escapan de la prisión de la dualidad de la creación a media que despiertan a la conciencia de su ininterrumpida unidad divina con el Creador.

El Maestro expandió mi comprensión, no sólo de la Astrología, sino de las escrituras mundiales. Colocando los textos sagrados en la impecable mesa de su mente, era capaz de diseccionarlos con el escalpelo del razonamiento intuitivo y de separar los errores y las interpolaciones de los eruditos de las verdades tal como habían sido expresadas originalmente por los profetas. (…)

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*A partir de las referencias astronómicas de las antiguas escrituras hindúes, los estudiosos han sido capaces de determinar correctamente las fechas en que fueron escritas. El conocimiento científico de los rishis era enorme; en el Kaushitaki Brahmana hay precisos pasajes astronómicos que muestran que, en el año 3100 a.C., los hindúes estaban muy avanzados en Astronomía, la cual tenía valor práctico para determinar los momentos propicios para las ceremonias astrológicas. En el artículo de East-West de Febrero de 1934, se da el siguiente resumen del Jyotish o tratado de Astronomía védica: “Contiene la tradición científica que mantuvo a la India al frente de las naciones antiguas y la convirtió en la meca de los buscadores de conocimiento. El antiquísimo Brahmagupta, una de las obras del Jyotish, es un tratado de Astronomía que recoge temas como el movimiento heliocéntrico de los cuerpos planetarios de nuestro sistema solar, la oblicuidad de la eclíptica, la forma esférica de la tierra, la reflexión de la luz de la luna, la revolución axial diaria de la tierra, la presencia de estrellas fijas en la Vía Láctea, la ley de la gravedad y otros hechos científicos que no alborearon en el mundo occidental hasta los tiempos de Copérnico o Newton”. Actualmente se sabe que la llamada “Numeración árabe”, sin cuyos símbolos son difíciles las matemáticas avanzadas, llegó a Europa en el siglo IX, a través de los árabes, desde la India, donde se había formulado este sistema de notación en la Antigüedad. Puede encontrarse más luz sobre la vasta herencia científica de la India en History of Hindu Chemistry, del Dr.P.C.Ray y en Positive Sciencies of the Ancient Hindus del Dr.B.N.Seal.

**Las escrituras hindúes sitúan la actual edad del mundo en Kali Yuga, dentro de un ciclo universal mucho más largo que los 24000 años del ciclo equinoccial del que se ocupó Sri Yukteswar. El ciclo universal de las escrituras es de 4.300.560.000 años de duración y mide un Día de la Creación o el tiempo de vida asignado a nuestro sistema planetario en su forma actual. Esta enorme cifra fue dada por los rishis en base a la relación entre la duración de un año solar y un múltiplo de Pi (3,1416, la relación entre el radio de la circunferencia y el diámetro del círculo). La extensión del universo, según los profetas antiguos, es de 314.159.000.000.000 años solares, o “Una Era de Brahma”. Los científicos estiman que la edad actual de la tierra es de alrededor de dos billones de años, basando sus conclusiones en un estudio de las +bolsas de plomo que quedan en las rocas como resultado de la radioactividad. Las escrituras hindúes declaran que una tierra como la nuestra se disuelve por una de estas dos razones: los habitantes en su conjunto se vuelven completamente buenos o completamente malos. La mente mundial genera así un poder que libera los átomos atrapados en forma de tierra. De vez en cuando se publican alarmantes declaraciones con respecto al inminente “fin del mundo”. La última predicción del juicio final fue hecha por el Rev. Chas. G. Long, de Pasadena, que anunció el “Día del Juicio” para el 21 de Septiembre de 1945. Los periodistas del United Press me pidieron mi opinión; les expliqué que los ciclos del mundo siguen una progresión ordenada de acuerdo a un plan divino. No hay ninguna disolución de la tierra a la vista; nuestro planeta, en su forma actual, todavía tiene en reserva dos billones de años de ciclos equinocciales ascendentes y descendentes. Las cifras dadas por los rishis para las distintas edades del mundo merecen ser cuidadosamente estudiadas en Occidente; la revista Time (17 de Diciembre de 1945, p.6), les llama “estadísticas tranquilizadoras”.

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